domingo, 30 de marzo de 2008

LA INTRANSIGENCIA

Publicado en El Pueblo de Ceuta (30/04/07)

Visto lo visto, al principal partido de la oposición se le atraganta que otros partidos que no sean ellos consigan lo que no han podido conseguir cuando gobernaba.
Es de obligada comparación la actitud del principal partido, véase claro las dos p iniciales, de la oposición con la del mismo cuando gobernaba. En su enfermiza lucha por negar cualquier acto o acuerdo político que efectúe el Gobierno español se olvidan por completo de esa prepotencia que hicieron gala durante la presidencia de Aznar en la que ni siquiera informaron oficialmente, ni al partido de la oposición, ni a las demás fuerzas políticas –a las que ninguneaba- ni mucho menos en el Congreso, de las gestiones que hacían con los etarras. Esto deja bastante clara su postura dentro del ruedo político nacional.

Arman un escándalo cuando ven que la paz interna de la nación va camino de ser una realidad conseguida por su más acérrimo enemigo y lo descalifican con epítetos bastante fuera de lugar, remachando una y otra vez que el Gobierno está contra la Ley.

Que se sepa, no es el Gobierno el que se sienta a la mesa con los partidos o políticos deslegalizados. Es el partido político de una Comunidad Autónoma el que se sienta a la mesa para entrevistarse con los deslegalizados para tratar de convencerlos de que tornen a la legalidad, para sentar las bases de su retorno al ruedo político legal. ¿Qué hay de malo en ello? ¿qué hay de ilegal en eso?. Se olvidan, los del principal partido de la oposición, que ellos se sentaron con los etarras, se entrevistaron con etarras, hablaron con etarras durante el período en que gobernaron y seguimos insistiendo en que se olvidan que durante tres años de su mandato hubo 35 víctimas mortales en atentados terroristas –los del 11-M es otra cosa- de ETA. Comparando, comparando: en tres años del Gobierno actual ni un solo muerto.



Esta maníaca oposición contra todo lo que surja del presidente del Gobierno de la Nación solo puede interpretarse como una demostración de la impotencia de ese principal partido de la oposición para superar el listón bien alto que han dejado a todos los niveles democráticos; la envidia insana por no haber obtenido lo que ahora se obtiene; la rabia mal contenida por perder unas elecciones sobre la que su prepotencia les hacía ganadores; temor a que la opinión pública descubra cosas que hasta ahora han permanecido ocultas y que poco a poco se van descubriendo y pondrán en evidencia la verdadera síntesis de lo que es y será ese principal partido de la oposición en su hipotético y futuro gobierno si no cambian efectuando un giro político que los aleje de la extrema derecha.

Lo que ese principal partido de la oposición quiere es cerrar bocas. Saben que una vez conseguida realmente la paz, bastantes escándalos saldrán a la luz merced, precisamente, a esa paz conseguida por todos los partidos políticos, menos ellos, en una secuencia precisa y a la vez imprecisa de repetición, una y otra vez, de la historia contemporánea española.
¿Por qué no quieren la paz? ¿es que la quieren con la fuerza de las armas, aniquilando a todo “quisque” que se le oponga? Cualquier español con un dedo de frente vería demasiada rara esa postura de los conservadores desde que perdieron las elecciones y a estas alturas del siglo XXI, cuando ya debe primar por encima de todo el Estado del Bienestar y dedicar todas sus fuerzas a la lucha contra los males endémicos que asolan actualmente nuestro país –inmigración, robos y atracos, violencia doméstica, sequía, derechos de los trabajadores, problema de la vivienda, disciplina escolar, etc.- colaborando con el Gobierno y fomentando sugerencias que lleven a buen puerto todas las acciones que se emprendan contra esos problemas.
¿Qué hace el principal partido de la oposición? Absolutamente nada, solamente recopilar errores, desde los más pequeños, y restregárselos en la cara del presidente del Gobierno aderezados con lindezas insultantes nunca vistas, leídas ni oídas.

De pena, vamos, de pena esas actuaciones del principal partido de la oposición que le dan categoría de partido totalitario de extrema derecha, más aún cuando dicen ser garantes de la democracia y del Estado de Derecho y ni siquiera en sus propias filas nadie puede opinar como le dicta moralmente su convicción. Precisamente en Cataluña –concretamente en Lleida- un miembro de ese partido, Enric Oró, ha decidido votar SÍ al Estatut de Cataluña porque su conciencia y su moral así lo convencen. ¿Qué pasa?, pues nada, lo expedientan y amenazan con expulsarlo si no se retracta públicamente de su decisión como persona libre y demócrata en un Estado de Derecho. Esta tangible incidencia tiene un nombre: extorsión, como se hizo con el sr. Piqué en su momento, aunque éste señor si se retractó posteriormente y resultó perdonado con la bendición apostólica de la cúpula.

No me vengan con disciplinas de partido, éticamente la disciplina de partido debería aplicarse cuando existiera un fundamento de base legal que lo exija, no un capricho personal de sus dirigentes para obtener un fin que no tiene nada que ver con lo que se juega y sí tiene que ver con el orgullo propio.

El juego de ese partido, el principal partido de la oposición, es claramente hipócrita y taimado con el agravante de la mala intención de sus principales dirigentes. No jugaban igual cuando gobernaban bajo el manto protector de Aznar.

De pena. Dios mío, no los perdones que saben lo que hacen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario