miércoles, 8 de noviembre de 2006

PREPOTENCIA MELANCÓLICA

Mataró, 08/11/2006
Publicado en El Faro de Ceuta

Algunos políticos -y algunas personas afines- claramente diferenciados, consideran el país como una inmensa finca de su propiedad en la que pueden hacer todo lo que se les antoje mientras que los demás somos intrusos o, como menos, jornaleros que debemos acatar cuanto ordenen y servirles ciegamente a cambio de lo que se dignen concedernos tras restregarnos en nuestras propias narices que nos lo daban aunque no lo merecemos.

Algunos políticos –y algunas personas afines- muestran una prepotencia inconmensurable que a la corta o a la larga pueden traerles consecuencias poco menos que funestas y que posteriormente divagan sobre las mismas cargando el muerto sobre otros ajenos a sus manejos.

Esta clase de políticos –y algunas personas afines- añoran tiempos pasados en lo que con sólo levantar un dedo hacia la atmósfera todo el mundo les obedecía de buena o mala gana y se cuidaban de criticar el menor concepto pese a que miles y miles de ciudadanos pasaban hambre, no ya un hambre de libertad si no un hambre de hambre.

¡Vamos!, que no comían como debían.

Esta clase de políticos –y algunas personas afines- añoran aquellos tiempos en que tenían los privilegios de vivir, comer, beber y follar con la escondida querida de siempre como y cuanto querían, aparte de mandar y ordenar cuanto les apetecía sin tener que rendir cuentas de sus actos más que a un Dios presente en todas sus actividades. No recuerdan, o no quieren recordar, que con su añorada vivencia de partido único y de la España Una, Grande y Libre dejaron tras de sí a miles y miles de españoles y españolas sin estudios, sin trabajo y con hambre que tuvieron que dejar sus tierras y emigrar a otras regiones y otros países para sobrevivir en un claro antecedente de la actual inmigración.

Esta clase de políticos –y algunas personas afines- no recuerdan o no quieren recor-dar que con su política totalitaria perjudicaron más que beneficiaron al país tanto en lo económico como en lo sociocultural llevando el rencor hasta altas cotas y propiciando que el déficit económico nacional fuera extremadamente grave, hipotecando la nación hasta niveles insospechados. Solo recuperaron la ponderación los miles y miles de ciudadanos que sacrificaron su juventud y parte de su madurez en sobrevivir tenazmente a costa de abandonar sus tierras y sus familias. Ni gracias recibieron éstos sacrificados ciudadanos.



Esta clase de políticos –y algunas personas afines- añoran aquellos tiempos en que disponían de prebendas que hoy en día les resulta imposible conseguir. Añoran que no necesitaban ni Comisiones de Estudios ni consenso con los demás partidos sencillamente porque no los había, no los permitía, y su palabra era poco más o menos la palabra de Dios contra la que nadie podía levantar la más mínima sospecha vista la proliferación de las fuerzas de seguridad –los tristemente famosos grises- atentas al menor pedo que soltaran.

Esta clase de políticos –y algunas personas afines- añoran aquellos tiempos en que disponían de una tenebrosa Ley que los “limbaban” a la gloria. Aquella funesta Ley de Vagos y Maleantes la aplicaban, con rigor extremo, a medida de sus intereses personales que no del país. Hasta el extremo de condenar a un sencillo y pobre ciudadano, de a pie y barraca, que no encuentra trabajo porque se lo niegan esos mismos políticos –y personas afines- al tener, el sencillo y pobre ciudadano de a pie y barraca, el dedo meñique de la mano izquierda un poco rebelde que tira hacia el comunismo o el socialismo. Con ello ya estaba cargado, el sencillo y pobre ciudadano de a pie y barraca, con antecedentes penales hasta la médula con lo que ya estaba condenado “in eternum” y con ello su perspectiva de comer se esfumaba hacía la atmósfera como el humo del puro habano con que en esos mismos momentos se deleitaba el político de turno.

Esta clase de políticos –y algunas personas afines- ven hoy en día que aquel pobre ciudadano de a pie y barraca, cuyo meñique tiraba hacia la izquierda, es un hombre con coche y casa, y tal vez con otra casa en la costa o montaña, con los mismos derechos y deberes que ellos, añorando, esta clase de políticos -y algunas personas afines-, aquellos tiempos en que solamente ellos tenían todos los derechos y ningún deber. Ven que ese sencillo y pobre ciudadano, otrora de a pie y barraca, luce ahora en su muñeca izquierda un reloj de oro, o poco menos, tal como ellos disponían en su tiempo pero con la salvedad de que ese sencillo y pobre ciudadano lo ganó con el sudor de su frente y con la paciencia de su mente.

Esta clase de políticos –y algunas personas afines- no ven, o no quieren ver, que un estado totalitario no puede alcanzar las altas cotas de prosperidad que se ha conseguido con un estado dividido en comunidades autónomas merced a la lucha de sus habitantes con el mismo nivel de igualdad en derechos y deberes y sobre los que no puede, de ninguna manera, gravitar la frase favorita de esa clase de políticos –y algunas personas afines- sobre fantasías judeo-masónicas y comunistas (aunque esta última tendencia política sea ya agua de borrajas).

Existen más, muchísimas más cosas que puedo exponer y opinar con todo el derecho y el respeto, porque lo he vivido pero no sufrido. Pero me canso de ello porque me aburre. No siendo así para esa clase de políticos –y algunas personas afines- que mantienen parado el tiempo hablando y escribiendo de aquellos momentos, según esa clase de políticos –y algunas personas afines-, fueron mejores y que la democracia actual, cual demonio femenino surgido del averno, está destruyendo el país en unas funestas profecías intervencionistas que la prepotencia informativa les hace sacar de sus mentes ancladas en el pasado, usando y abusando de los medios de comunicación, cuando saben que en sus añorados tiempos ningún otro ciudadano podía expresar su opinión libremente, cuando saben que la mayoría de los ciudadanos de su mismo tiempo no pueden hacerlo por diversas razones, entre las que están la falta de estudios y con ello la nula facilidad de expresar por escrito sus vivencias, temores y desgracias. Eficaz mordaza, utilizada por los estados totalitarios, la no edu-cación del pueblo al mismo nivel que los caciques y sus familias y amigos aferrados a la poltrona hasta que llega el momento en que deja de ser “in eternum”.

Frente a la melancolía que conlleva la añoranza de los viejos tiempos que no volverán, eso creo firmemente, sólo pueden disponer esa clase de políticos –y algunas personas afines- de dos opciones con distintas actitudes.

La más inteligente, supongo, sería celebrar la desaparición fulminante de todo aquello que se pueda plasmar o recordar con fines provocativos para efectuar una supuesta contraprestación a las libertades democráticas actuales y darles el único sentido que tiene, en convivencia con los recuerdos de “los otros”, y formar parte de la verdadera historia de España como una pieza museística admirada por unos y otros sin discriminación y por supuesto sin rencor. Al menos, esta opción, nos aportaría una tranquilidad que nos llevaría a ser un país más feliz y unido.
La otra opción sería la actitud, llena de glamour, de convertirse en guerrillero partisano unitario y totalitario armado con una máquina de escribir, con cinta Kores por añadidura, dejarse un bigote modelo “Cuéntame” y meterse en un bunker, en cualquier rincón del país excepto en aquellos donde gobiernen las comunidades autónomas más avanzadas, con una bota de vino tinto por más señas como contrapartida, colgar el águila fuera de una jaula engalanada y que vengan a buscarles. Con la bendición apostólica del Papa, por supuesto, pa-ra que le den fuerzas y seguir cruzando el túnel del tiempo y reencontrarse con su querida y siempre añorada y bien ponderada mecedora, aquellas de madera con tantas espirales, en la que seguir con la mente esas espirales de los sueños fascistas.

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