miércoles, 16 de agosto de 2006

LAS TENDENCIAS SEXUALES

Mataró, 16/08/2006
Publicado en El Faro de Ceuta


El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, oficia su primera boda gay desde que se aprobó la Ley de matrimonios homosexuales hace más de un año.

Hago un paréntesis: no estoy, personalmente, ni en contra ni a favor de las tendencias sexuales de la gente. Siempre que no me afecte directamente, me importa un pepino –nunca mejor usado en una expresión éste fruto hortícola que conlleva cierta alegoría- que ésta o aquella persona tenga una tendencia sexual hacia otra de su mismo género, ese es su problema no mío. Sí estoy en contra de que adopten niños/niñas. Mis motivos tengo para no estar de acuerdo con ello.

Lo que sí me molesta es el espectáculo que acostumbran organizar cuando celebran algo: que sí el día del orgullo gay, que si una boda de “rentintín”…, en todos esos momentos quieren destacar sobremanera mostrando su verdadera cara que solamente puede ser presentada en simulacros de carnaval cuando no es el carnaval mismo.



No necesariamente tienen porqué demostrar al mundo su supuesto orgullo gay. Me da igual que dos personas del mismo género se amen, se quieran –aunque sus actos sean contra natura- lo mismo que dos personas de género opuesto se quieran, se amen y se casen. No hay ninguna necesidad de demostrar al mundo –a excepción de esos famosillos pobretes que quieren sacar tajada a los medios de comunicación con sus pretendidas “exclusivas”- su condición ni dar la nota. ¿Porqué?, porque seguirían siendo como son y no entrarían en el concepto de personas normales: esas que casándose crean familia y que por ello no dan la nota.

Cerrando el paréntesis, sigo con lo que iba: si el alcalde de Madrid, que es miembro destacado del PP, oficia una boda –los contrayentes son miembros igualmente del PP y además funcionarios- auspiciada por una Ley que su propio partido no acepta y sobre la que interpusieron, en octubre de 2005, un recurso de anticonstitucionalidad no hace más que generar una controversia a nivel de partido que da como resultado que el PP tenga que agachar las orejas hacia atrás, recoger el rabo entre las piernas y hacer una bola con los folios del recurso para tragársela como mejor pueda. Arrastrará un pesado lastre para cuando, hipotéticamente, volviera a gobernar y tenga pretensión de derogar esa Ley. Para entonces la tendencia homosexual ya estará muy establecida, hasta dentro del propio PP, y hará poco menos que estrambótica la faena de seguir asentado en una decisión contraria, como ha venido defendiendo, por largo tiempo.

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