viernes, 8 de septiembre de 2006

LAS ASOCIACIONES DE VECINOS

Mataró, 08/09/2006
Publicado en El Faro de Ceuta

La marimorena que vienen montando los vecinos de Bermudo Soriano -con intervención de la policía local- trae parejo, en mi opinión, el estudio en profundidad sobre la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del derecho de asociación y por consiguiente la Ley de Asociaciones de la Comunidad Autónoma respectiva.

Supongo que la Ciudad Autónoma de Ceuta carece de la perceptiva Ley de Asociaciones por cuanto no es una Comunidad Autónoma y por tanto no dispone de la transferencia correspondiente a juzgar de cómo depende del régimen jurídico de la Comunidad Autónoma de Andalucía (por otra parte, una incongruencia porque debería depender, jurídicamente, de la propia Ley de ámbito nacional) y por eso mismo asumir la Ley de Asociaciones de la Comunidad Autónoma andaluza, si es que existe.
Desde que se iniciaron los trámites para fundar asociaciones de vecinos, como los de las asociaciones de madres y padres de alumnos, se ha llegado a un extremo previsiblemente imaginable en referencia a las competencias de los fines de la asociación por cuanto no existe, de hecho, una base reguladora explícita de la misma y colocarla en la “olla” de todo tipo de asociaciones.



Me aclaro: la fundación de una asociación concreta está supeditada a los fines de la misma antes que nada. Dichos fines deben establecer la referencia a la que debe dedicarse la asociación en su función dentro de la sociedad y para ello la legislación debería regular el tema intrínseco de los fines predeterminados. No es lo mismo una asociación de minusválidos que vele por los derechos de éstos que una asociación cultural dedicada a determinada rama de la cultura o de la ciencia (ejemplos: asociaciones de científicos, asociaciones de actores, etc.) y por lo tanto, una asociación de vecinos debe, y tiene, que definir sus fines al ámbito de actuación en temas de las comunidades de vecinos por las que ha sido creada y nada más.
En la práctica, lo mismo que las asociaciones de madres y padres de alumnos, el ámbito de los fines de cada asociación sobrepasa la lógica más ponderada, sin que pueda ser regulada determinantemente mediante una normativa concreta sobre esos fines. De hecho, una asociación de vecinos debería dedicarse íntegramente a resolver los problemas de la comunidad como son, por ejemplo, los destrozos urbanos; las averías comunitarias; la resolución de problemas de las viviendas, etc. y no meterse de lleno en actividades que deberían corresponder a asociaciones culturales y/o recreativas y deportivas, pisándole el terreno en un claro allanamiento de competencias y con ello sustrayéndoles un medio económico sustancial para la supervivencia como es el ingreso de las subvenciones, que al ser divididas entre más asociaciones queda en muy poco dinero.
Aunque los hechos ocasionados por los vecinos de Bermudo Soriano no tengan, en apariencia, nada que ver con esta opinión, sí tienen que ver si averiguamos cuántos de esos vecinos están afiliados a esa asociación y si están al corriente de pago. En el caso de que no estuvieran afiliados, ningún derecho tienen sobre las actuaciones de la entidad y la manifestación realizada tendría visos de altercado público grave que no puede, de ninguna de las maneras, afectar a la asociación ni implicarla en nada. Esto no quiere decir que esté a favor de la actuación de dicha asociación porque, en base de sus estatutos, pueden o no realizar esas actividades foco de la revuelta.
Que una asociación de vecinos organice fiestas, excursiones, actividades deportivas, actividades culturales, cursos de baile o cursillos de formación… me parece una aberración del tema de los fines concretos a los que debería limitarse efectivamente su fundación. De hecho, en mi opinión, una asociación de vecinos debería estar formada por las comunidades de vecinos intrínsecamente. Me aclaro: cada inmueble es una comunidad de vecinos con un presidente y un secretario, además del tesorero. Por tanto, al crearse una asociación de vecinos, ésta debería ser como una especie de federación en la que se afiliara la comunidad correspondiente a su ámbito de actuación. Así mejorarían en grado sumo las relaciones y las gestiones. No es lo mismo que tengan voz y voto los representantes de esas comunidades, que a fin de cuentas son los que recogen todas las incidencias, que tengan voz y voto TODOS los vecinos. En éste último caso la marimorena está servida, a más de que no todos estén afiliados.

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