lunes, 18 de enero de 2010

NO SE HABLA DE OTRA COSA

Mataró, 18 de enero de 2010
Publicado en:
El Pueblo de Ceuta
Diario Sur


Una cuestión fundamental en la vida de uno es no perder contacto con la sociedad y mantener los lazos de unión de las amistades que se van cosechando.
Aparte del entorno familiar, que es el primero y más grande cobijo del cariño, está el grupo de amigos e incondicionales que con cierta frecuencia se reúne.
En ello estamos, en las reuniones del Casinet se saca un montón de experiencia con los comentarios, opiniones y narraciones de los contertulios, con anécdotas que podrían agruparse en un formidable libro.
En la última tertulia que hemos celebrado, con sendos vasos de café y licores esparcidos por las dos mesas que habitualmente rodeamos, no se ha parado de hablar del terremoto del Caribe ni del obispo Munilla.
Estoy totalmente de acuerdo con el autor de “Teología de la liberación”, Juan José Tamayo, al describir a José Ignacio Munilla como el sacerdote y el levita del Evangelio, que pasaron de largo ante una persona malherida y no como el buen samaritano. En alusión a las palabras del obispo sobre los “inocentes haitianos”.
Estoy de acuerdo porque las siguientes palabras de Munilla, “… el mal que sufren esos inocentes no tiene la última palabra, Dios ha prometido la felicidad eterna” no valoran la vida humana.



He preguntado a Dios si es verdad que ha prometido la vida eterna.
La respuesta me ha llegado con la indicación de que se lo pregunte a Alá, que de vidas eternas sabe un montón. Además incita a que se hagan voluntarios a ella.
Dios nunca promete nada, los que si prometen son los políticos (entre los que incluyo a la curia) como tampoco tiene participación alguna en los picores de la Tierra.
No se da cuenta Munilla, al que me cuesta llamarlo monseñor, que estamos en la generación de los “ninis” y sus palabras abren aún más la ya enorme brecha del distanciamiento con su iglesia.
Se habló, en la tertulia, también del oportunismo de los peperos en relación con la desgracia haitiana.
Nadie debe ni debería tragarse esa estúpida bola de que exijan al Gobierno que ayuden.
El Gobierno ya ayuda de antemano.
Lo que queremos saber es: ¿qué hacen los peperos por la desgracia de ese país caribeño?, con bonitas palabras no se desentierra a nadie sepultado bajo una montaña de cascotes.
¿Por qué no abren una cuenta los peperos entre los suyos? Para recabar fondos de ayuda a Haití, no para recabar fondos de sus campañas electorales y no electorales.
Hablamos de la estupidez de algún medio de comunicación visual. ¿Qué creen que están haciendo al reportar noticias desde puntos increíblemente estúpidos?
Que la reportera pretenda ganar protagonismo metiéndose de lleno en los agujeros de los derrumbes, desde donde comenta las vicisitudes de los haitianos, y poniéndose entre los bomberos y sanitarios, preguntándoles tonterías, entorpeciéndoles en su labor de no parar de salvar vidas me parece de una estupidez complementada por la imbecilidad absoluta.



No les basta con tener de fondo las escenas, terribles escenas, de la hecatombe.
Prefiere hacerlo encima de un cadáver, pisoteándolo por lo demás.
El morbo está servido.
No suelo aportar absolutamente nada a esas cuentas bancarias depositarias de solicitudes de donaciones.
La experiencia me ha demostrado que muchos aprovechan esas cuentas para liquidar deudas promovidas por la crisis. Como nadie las controlan…
Es chocante que ahora la ONU se vuelque con Haití. Parece que quieren reconstruir “su” país.
Para mí, la ONU no tiene credibilidad absoluta. Es una organización al servicio de un solo país, ya lo adivinan Vds., al que se rinde vasallaje como en los tiempos medievales.

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