martes, 14 de septiembre de 2010

DE LA HIPOTECA A LA CALLE

Publicado en:
El Pueblo de Ceuta

Tras asistir a la Diada y pasar la tarde montado en un burro catalán (igualito que los pegotes que llevan los coches catalanes en la parte trasera) con el que recorro casi toda la Cordillera del litoral Catalán, me veo en la ineludible necesidad de darme masajes en los glúteos.
Los tengo molidos. La silla del asno es demasiado dura. Vaya día.
En el Casinet me encuentro con los contertulianos sin ganas de tertulia. Con razón: esperan ver al Barça contra el Panatinaikos griego por la tele.
Mientras ojeo el diario se me acerca un joven con cara de espanto. Es un amigo de hace tiempo y al que ayudo de vez en cuando con la lectura. No sabe leer.
Me entrega un documento para que le explique lo que significa… ¡es una orden de desahucio!
Pobre chaval. No sé cómo explicárselo sin que se le caiga el alma a los pies. Le invito a un Jack Daniel’s en intentos d conseguir que se tome la cosa con calma.
Me cuenta que lleva parado más de dos años, que no cobra el paro porque trabajaba por su cuenta y no se enteró a tiempo de hacer los papeles para cobrarlo.
Le explico que suele ocurrir que los bancos conceden hipotecas sobre la propiedad del piso, que luego lo ponen, al piso, en subasta para cobrarse lo que han adelantado para la compra del piso en cuestión.
Hasta ahora, desde el boom del ladrillo han sido desahuciados más de 358.000 compradores ilusionados.
Los llamaría ilusos.
Lo malo en éste país es que en caso de impago, la recuperación del inmueble hipotecado por parte del banco no comporta automáticamente la cancelación de toda deuda, como ocurre en otros países europeos y en Estados Unidos. Allí, si no puedes pagar, cedes la vivienda y la deuda queda cancelada. ¿Qué sentido tiene aportar como garantía del crédito hipotecario una vivienda si, en caso de que el acreedor no pueda pagar, la garantía del bien no baste y persista la obligación de devolver hasta el último céntimo, incluidos los intereses?
Otra cosa mala e injusta: las propias inmobiliarias, que recibieron el importe de la venta, consiguen en las subastas los pisos a mitad de precio, a veces menos, siempre que la subasta pública quede desierta (en el 90% de los casos) con lo que se monta un aquelarre de cuidado ya que el banco desahucia a la familia, recupera la vivienda en subasta pública y sigue cobrando hasta el final la hipoteca.
Cosas veredes.
Así y todo, me cuesta un montón explicárselo a mi amigo. Sus ojos extraviados me lo impiden y en cuando veo entrar a nuestro común amigo, el abogado, le paso la pelota limpiamente como un pase de Xavi a Messi y de este a Pedrito para que a la vez lo retorne a Messi y… ¡¡¡gooooool!! del Barça.
Perdonen este exabrupto, los madridistas deben estar mosqueados.
Bueno, lo siento por mi joven amigo. La cruel señora Hipoteca, casada con don Banco, lo está colocando en un estado súper depresivo.
Si por mí fuera, pondría coto a los desmanes de la banca quitando la realidad abusiva y extorsionadora enmarcada en una situación de asistencia permanente del Estado al sector bancario.
En impago no es una coartada válida de estar en crisis, los bancos, si tenemos en cuenta que el año 2009 obtuvieron 14.900 millones de euros. ¡Y era el año de la crisis de las viviendas!
¿Los ciudadanos por qué no podemos apelar al apoyo estatal para seguir en las viviendas? Los bancos apelan y lo consiguen… así funciona el capitalismo.
Siendo como es, la vivienda, una cosa de primera necesidad, las leyes deberían vigilar más atentamente para que no siga siendo una fuente de corrupción y especulación.
En fin… unos pocos nadan en la abundancia y muchos, 358.000 por ahora, se ahogan entre documentos judiciales de desahucio inminente… ¿esto es vida?
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