jueves, 8 de enero de 2009

HOLA

Aquí me tenéis. Un año más me pongo al frente del teclado, que ahora suena un poco raro al estar tantos días inactivo, con muchos deseos de que os encontréis, queridos e hipotéticos lectores, bien de salud y felices con el 9 por delante.
Las fiestas navideñas, incluyo las de Nochevieja, Año Nuevo y Reyes, han pasado como un suspiro de rey moro abandonando sus jardines alhambreños y dejándonos un sabor de boca empañado por el sentimiento algo entristecido de ver a un país -que según la leyenda, la historia y la Biblia fue la patria del niño-hombre por el que celebramos las fiestas- machaca cruelmente a seres humanos cuya única culpa es vivir cerca de donde viven terroristas.
Hoy en día se ha impuesto el choque de civilizaciones y el año empieza igual que como acabó: con muertes y más muertes.



Sin olvidarnos de esos otros terroristas asesinos indígenas del país que colocan furgonetas llenas de explosivos.
Quería empezar el año con artículos más alegres, más divertidos, menos ofensivos con los peperos, pero la verdad es que resulta realmente imposible poner buena voluntad en ello.
Los hechos, las noticias, las declaraciones desafortunadas o no de nuestros políticos hacen una tarea difícil que uno se avenga a ser suave, misericordioso y templado en sus opiniones.
Todo ello anula mi voluntad de no ser tan crítico y, como dice algún que otro lector que escribe cartas escondido tras el anónimo, menos soez con mis palabras escritas… a saber qué entiende por soez.
Con todo y a pesar de que el nuevo año nos trae más de lo mismo, espero que vayamos superando todos los obstáculos que nos encontremos enfrente. A todo ello tenemos que meditar lo que ya se plantea como una auténtica tradición que resulta una no menos auténtica contradicción. Me refiero a que con el año nuevo tenemos el aumento de los precios de una manera que resulta incongruente con estos tiempos de crisis.
En condiciones normales la subida de los precios sería una cosa que aceptaríamos necesariamente por no privarnos de otras cosas. Pero con la manida crisis encima, con las dificultades económicas que afloran por doquier, la subida de las tarifas no ayuda precisamente a serenarnos.
Y si los precios suben muy por encima del IPC… las pensiones quedan explícita e implícitamente jodidas por el mismo IPC.
Dado que los pensionistas llevamos camino de ser convertidos, en un futuro cercano, en mendigos con escasísimo poder adquisitivo… creo que me pondré en camino para fundar un partido político que nos represente debidamente. Lo llamaría Partido Pensionista, con lo que fastidiaría, de paso, a los peperos por disponer de las siglas PP igualmente.
Los juegos de manos políticos encaminados a aumentar lo más mínimo posible nuestra mísera pensión es, en mayor parte, por culpa de nosotros los jubilados. No nos enfrentamos al Estado, que cree que somos una generación caduca que solo hacemos tirar el dinero a la S. Social.
Si todos los jubilados del país hicieran frente a ello desviando sus votos al PP (Partido Pensionista) y con ello, al ser millones de votos, poder manejar las riendas políticas… otro mundo resultaría al imponer condiciones dignas.
Después de más de cuarenta años trabajando por y para el país… ¿no creen que merecemos algo mejor?
Estamos viviendo una nueva forma de esclavitud. Ya no respondemos a tantos abusos mientras destinan millones y millones de euros para tapar agujeros que unos sinvergüenzas provocan para beneficiar a los de siempre.
Solo pregunto a nuestro Gobierno: ¿Cómo justifica tantas subidas de precios tan espectaculares, cuando el IPC está en el 2% y el crudo por los suelos?

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