domingo, 20 de septiembre de 2009

METER EL COCHE EN EL BOLSILLO

Menudo día llevo. Si no es la lluvia que inunda la galería de mi casa, es el viento que mete mil hojas por las puertas y ventanas nada más abrirlas para entrar o salir. Para colmo no encuentro sitio dónde dejar el coche cuando regreso del trabajo.
Se nota que la crisis nos embarga a pasos agigantados y muchos ciudadanos optan por usar los zapatos como neumáticos dejando el coche bien aparcado –algunos lo aparcan en doble plaza lo que ya es de sinvergüenza de marca mayor- y lo malo de todo es que ya son muchos los que dejan su coche.
Las calles de tres kilómetros a la redonda con mi casa como epicentro están atestadas de vehículos aparcados. No puedo meterlo en el garaje porque ya está ocupado por mi otro coche y la moto, así que estoy pensando en hacer un juego de magia y tratar de reducirlo hasta el tamaño de un juguete y metérmelo en el bolsillo del gabán. Dejarlo en casa, no, que mi hijo lo confundiría con uno de sus muchos juguetes. Como menos, tratar de venderlo y así deshacerme de él.
No era de esto de lo que quería escribir, pero sí era dentro del contexto de la circulación.
Veamos, las nuevas medidas de circulación implantadas por la Generalitat de Catalunya en el área metropolitana de Barcelona significa el incremento de los obstáculos peligrosos para circular por las autovías y autopistas de la mencionada área.



¿Por qué?, porque desde que han implantado las señales con cambios de velocidad máxima en tramos demasiado cortos hacen que nosotros, los conductores, estemos más pendientes de los cambios de velocidad que de los coches que nos rodean. No tenemos el poder de los camaleones para dirigir la vista en diferentes direcciones.
Vas tranquilamente a 100 km/h, entras en la autovía C-32 dirección Barcelona, de pronto el primer panel que encuentras y que indicaba 80 km/h como velocidad límite, cambia en un parpadeo y señala 60 km/h. El siguiente panel indica 40 km/h y el otro siguiente 80 km/h… aceleraciones, desaceleraciones, aceleraciones, frenazos, todo sea para que pensemos en la madre que parió al de este invento.
El pretexto que sueltan los de Tráfico de la Generalitat no deja de ser un chiste malísimo, encima cobran por decirlo, por cuanto lo de evitar la contaminación por exceso de gases… mientras menos corra un coche más gases se estancan en el sitio. ¿Para evitar accidentes?, dejen que me ría a mandíbula batiente, cometen accidentes los burros y los que aspiran a ser iguales que Alonso con un simple turismo de 1250 cc. y con la autovía como pista de pruebas.
Durante más de cuarenta años hemos estado, los ceutíes que residimos en Catalunya –y por supuesto los catalanes y otros miembros de otras comunidades que también residen aquí- conduciendo nuestros coches y reduciendo la velocidad sin que nadie nos lo indicara… simplemente utilizando la cabeza y los recursos que la vía expedita u ocupada nos ofrece en cada momento. Así y todo la velocidad suele ser inferior a las que nos obligan los paneles actuales cuando circulamos todos a la vez y cuando hay pocos coches no somos tan imbéciles –aunque los hay- como para ir a 200 km/h en tramos de quinientos metros, ni siquiera podemos sobrepasar los 120 sin encontrarnos enfrente el culo de otro coche, de una furgoneta o de un camión.
A más de todo eso, ahora comienzan a mandar mensajes de que debemos tener las luces encendida también de día y aunque el sol ilumine fuertemente. ¿Para qué?, lo comprendería si fuera en situaciones de escasa visibilidad (casos lluvia intensa, niebla, nieve o al amanecer o atardecer) y eso no hace falta comunicarlo,… pero ¿de día y en autopistas y autovías? ¿acaso se habilitan los carriles de una dirección en alternativas? Estamos en crisis, señores de Tráfico, aparte de los muchos impuestos que os satisfacemos, las baterías no son baratas. ¿O acaso alguno de esos dirigentes de Tráfico tienen fábricas de baterías?
Bueno, lo dicho. Cojamos el coche, encojámoslo y metámoslo en el bolsillo de cualquier prenda. Fundas y maletines ya aparecerán para complementar el invento y comprémonos un patinete que además de barato es higiénico y mi amigo el de Septem Nostra sonreirá más abiertamente.

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